Inundación: ¿Respuesta urbana o Riesgo social?

Si queremos apreciar algo, es lo atractivo: los deberes que asumen metas conllevan aprendizaje y evolución. Es así, y sin pancartas estentóreas o alusiones a simpatías que hospedan al deleite tan natural y necesario como la cabal atención sobre la azarIMG_0999osa economía inflacionaria que detecta la inercia del presupuesto urbano: sociable, civil.
¿Ese es problema?: No. Esa es la actitud empresarial: el esfuerzo para generar balances de costos y oportunidades sostenibles que apoyen tu gestión como asunto familiar.
 El problema va por el silencio: por la omisión.
La omisión del entorno que tiene ¾ partes de las corrientes navales mientras las arterias de agua dulce se propagan por el resto aparentemente pétreo. Y aunque, contradictoriamente, la ciudad trata de ampararse del estío gutural dejado por esa ventisca turbia y reseca que revuelve polvos y tizne en la cúpula metropolitana, el vendaval se pasea en ciclos rutinarios cual bola de aire caliente que flota sobre la consola atmosférica del Caribe sin drenajes de acumulada urbanidad alegre, espontánea; y todo, a costa de esperar que existirá anunciación: esa entonación pasiva que es reverberante candileja vestida de mansa filtración.
Mientras tanto, nuestra Caracas adobada en vientos. Vargas, despeinada y agarrada de lo que el Ávila le deja entre quejidos que ya arden y una circunferencia metropolitana que se extiende a razón de motorizados y transeúntes como serpentinas fraguadas a la víbora de la mar mientras escuchan ruidos de motores y clamores de la ciudad que solicita armonía en sus asonancias: eso, aparentemente, tampoco significa contrariedad: la despreocupación de quien omite.
¡¿Qué importa el torrente artificial brotando a diario sin ánimo de concretarse para sí reposo cuajado de dirección y trascendencia?! Pareciera que nada: como tampoco interesa la carencia de atención a la invisibilidad lacustre y afónica de ideologías sin oportunidades de canjes sostenibles porque los riesgos sociales se difunden a prorrata del desabastecimiento más cuaternario frente a lo que debería ser mantenimiento de plomería constante a la infraestructura urbana para evitar el riesgo de las noches inundadas. De no ser así:
¿Qué es lo que no dice tu metrópoli sobre la Inundación?
Quizás, que no quisiera ser silente cual inflación con gríngolas para no extremarse a aquella fosforescencia ávida y desesperada de consumo estruendoso y que hubiese bastado con tantear bajo de las patas de la cama para saber que la pluviosidad no viene de arriba sino de la ondulante y sofocada sed de cifras generacionales que no se preparan para la hidratación y reposición del consorte que apoya en tiempos de pruebas difíciles a pesar de que la advertencia de vorágines y latidos en la ciudad ya está en el puente.
Y ha sido así, incluso antes y después de que el transporte fuese rupestre o de que las toneladas con ruedas fueran arrastradas por ríos que los Caraballedas, antiguamente, esquivaron sabiamente para evitar el parlamento de la naturaleza ensimismada en su constante remodelación de paisaje mientras que los puertos movían levantamientos simultáneos para albergar ciudades y construcciones hinchadas a gusto de cómo brillará la bitácora que resultó ingenua con lo que luego fue el brote del chorro aceitoso con su clamor imparable de gente, gente, gente de todos lados a cargar sin que diera tiempo de pensar los travesaños urbanos que coordinaran las coherencias de la geología: apuros del lecho y conveniencias sociales remachando concreto.
¿O acaso no son las arquitecturas sinónimos de ecuanimidad visual que debe superar los pruritos que no aprecian la contención?
¿Cómo no reconsiderar los efectos de las contrataciones para riesgos si nos limitamos a ver el entorno de cristal?
  • La respuesta habitual es: no creo que suceda nada.
  • La respuesta de los observadores de riesgos y forjadores de patrimonios: los riesgos no son evidentes, son medibles según enredos fácticos y la repercusión en el futuro.
Entonces, ya a propósito de la planificación y visualización, debemos adelantarnos a acontecimientos que llegan a convertirse en riesgos de sociedad sin aparente sincronía: riesgos físicos que desencadenan riesgos consecuenciales, de sociedad ¿Por qué? Veamos el siguiente simulador The Cost of Flooding (el costo de la inundación), que aunque parece curioso invita a conocer el impacto en inmuebles y contenidos frente a las inversiones que haces para la gala, o simplemente, el vestidor cotidiano: sin más, aquí tambien la muestra de:
Y ya para despedir la "anatomía" del riesgo cuya columna bien puede ser físico y estructural como también puede originarse en las consecuencias urbanas, les dejo con unas cifras que explican por qué la inundación colma las figuraciones populares. Y aunque Venezuela tiene un comportamiento digno de promedioscuando a la gravedad se refiere, es el 5 país de 17 estudiados:
Fuente: Impacto de los desastres en America Latina y el Caribe 1990_2011
Fuente: Impacto de los desastres en America Latina y el Caribe 1990_2011
 Y la siguiente gráfica con la que cerré conjeturas para decidir importancias de riesgos se explica sola: 80% viviendas afectadas (2011):
UNISDR_viviendas
Fuente: Impacto de los desastres en América Latina y el Caribe, 1990-2011
¿La conclusión? No es un riesgo esporádico y menos en un continente agraciado con tanta agua; aunque si es, tradicionalmente, uno de los riesgos más subestimado, y por ende, una de las coberturas más omitidas en las pólizas.
Amigas y amigos, la decisión está disponible para ahondar y colocar en presupuestos sostenibles:
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Fuente: Ciudades e Inundaciones. Banco Mundial
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