Y claro, cuantas generaciones no admitimos que en la pared está la brequera, empotrada, con su cuchilla eléctrica, tajante y sin prisas para atajar: instantánea y a miles de centenas de unidades de tiempo como si hubiese estado allí desde siempre confeccionando ese instante con sus marcas de herraduras.
Hablamos también de la imposibilidad de que no haya apreciación generacional cuando reorganizas tus gastos inesperados con el ordenamiento de posibilidades que ya tienen los salvamentos dialogados entre las partidas advertidas; y que si bien pueden ser las del almacén, también suelen aparecer entre otras fibras internas que halan y sueltan en la intemperie de los valles traslúcidos y resinosos que nadie sabe hasta cuando aguantaran porque se presume que la lluvia después de caída nunca más podrá mojarnos…Probablemente y mientras las urbes asimilan a Midas: correspondido por sus socorros y atenciones sin que nadie le asomara el riesgo en consecuencia de la aceptación ampliada y sin precedentes de un reembolso cándido…
¡¿Cómo lo habría vislumbrado Midas?!
Nada figuraba en aquel tiempo para repensar la aceptación…y si le preguntarán ahora, respondería igual, como cualquier mortal:
– ¿De verdad, Midas, quieres convertirlo todo en oro?
Sin titubeos, a horcajadas, con la sonrisa fosforescente de mercader dichoso: Si.
Paso lo normal. Recibió la Gracia ¿Y a quien no le puede azuzar el tizón de la incontinencia?: ímpetu y ventoleras lo había llevado a convertirse en quien más poseía Oro: hasta que convertirlo todo en oro, a diestra y siniestra sin tantear la anegación acelerada, ahora trocada en apuros…
¿Y cómo lo iba a saber?
Hacia brillar todo al alcance de sus manos hasta llegar a convertir en oro lo que pudo ser su comida. Lo que tocaba o trataba de agarrar lo salpicaba con vaporescristalinos convirtiéndose en órbita que glaseaba en Oro, en oro, era yacimiento de oro, y por supuesto, la sapoara humeante también fulguraba, encandilaba con tintineos metalicos y que por poco no se le convirtió en oro la sedienta garganta, seca como yesca de verano acanalada que no podía disfrutar del festín ni beber de la vendimia acalorada de tanta primavera que al verlo brillaba ¿Comerse la cantera de oro?.
Y, por supuesto, tuvo que ceder a su privilegiada condición…y rescindir a ese don.
(Se dice que vivió con la misma frescura y prodigalidad con la que se hizo meritoria de la aurífera venia. Y, también, que la hermosa y jovial Odalisca, pródiga de sus venturas se le disfrazada de oro para exacerbarle las enredaderas de su propio talento como le pasaría a cualquiera de esos Midas que brotan naturalmente de conglomerados comerciales mientras Scheherazade le aclama minutos y minutos de perenne resplandor) Y es así porque la humana y práctica esperanza de perpetuar la gala nunca ha cambiado mientras sigue tutelando los manuales de sobrevivencia civil.
De lo contrario: ¿Qué habría sido del porvenir si Midas hubiera hecho la petición de convertirlo todo en Oro: excepto lo que iba a comer?
¿No hubiese conseguido generar Oro por doquier, colmando de brillo caminerias y bulevares, escaleras y adoquines briquetadas como la que hacen en la Guayana de rios metálicos moldeados en piedras que después troquelaban en pergaminos industriales para cubrir los balaustres que regian las calles de hostales cada vez más calurosos cuando las bridas y sillas resonaban al llegar a la plaza de aromáticos cafés acompasado por el cotilleo más sonado: servirse en tazas y ánforas de pasillos para alcanzar despiertos los saunas alumbrados por lámparas brillantes con mesas adoradas de tintineantes cucharillas ocres y colmillos arlequinados en la víspera de blancos marfiles que corrían al son del trompetista punteador de la caravana que avisaba la entrada a la ciudad de la nueva colmena con la más reciente carga de dátiles y chorreantes cepas que servían para animar los pletóricos tratos de consignatarios que despertaban con la aurora dorada?
¡Midas pudo!
¿…y de dónde saliera ese apoyo que le advirtiera cómo iban las cosas del: a mil por Oro?
También pasa en tiempos “modernos”: y seguirá pasando porque el tropel de dromedarios aclama la Buena y Beneplácito Construcción que pulsa a diario las entelequias claras y palpables: primero de anaqueles virtuales que van reservándose espacio en los contenedores del éxodo para volver manufacturados en derivados curados por las millas náuticas que tu próxima generación recibirá…
Nada más actual que el tiempo útil: ese que vale oro…
@seguros9
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