I) El primer folio es aparentemente el del presupuesto. Nadie está exento de aprobar por descarte según las experiencias. No siempre es cuestión de disponibilidad inmediata. A veces, y esto es de modo inteligente, también se piensa en las añadiduras de la compra que nunca vendrán con ofertas que aparentemente sean la mejor, lo puedes llamar plusvalía, accesorio o servicio adicional. A fin de cuentas el resultado esperado es quedar conforme.
II) El segundo filtro, el de la oferta abierta. El de confirmar cuáles son las opciones que (¡o si es que las...!) hay para la posible compra en cualquier otro momento mejor que el actual como para atreverse a comparar (y aclaro que la referencia no es a la comparación crediticia porque está más que demostrado que quien no hace oportunidades con los créditos en Venezuela con la banca o los seguros, difícilmente encontrará la relación precio_valor similar en otros destinos), y,
III) ...el folio de la realidad, que es dónde se decide. Llegamos a este filtro con aprecio de meta, de hacer cumbre, ya no es la simple adquisición, sino la posición de quien hace inversión consciente de que está haciendo compra integral, conformidad accesible, atractiva y, sobretodo, el enlace para que el producto sea funcional por experiencia o recomendaciones para el propósito útil del instrumento de pago que invierte en su futura satisfacción y nuevas posibilidades.
Esto es así porque la garantía del agrado es más que costo o precio, lo que nos haría avanzar hacia la segunda etapa: Ya tienes y conoces el producto o servicio, y tienes lo más apreciable: el saldo convertido en activo intangible de quienes invierten en valor agregado, es decir, la consecución y reconocimiento de que tu inversión si se expande cuando transfieres riesgos que no tienen justificación lógica ni financiera de sobrecargarlos con pasivos inesperados que tienen solución en la disciplinada gestión de riesgos.
Producto accesible es el que cumple.
No hay comentarios:
Publicar un comentario