Verificar la posibilidad de uno de los riesgos más insaciable que pueda devorar estructuras y materiales como el fuego descontrolado, convertido en beligerante consumismo, requiere acercarse a los acontecimientos que nos puedan ilustrar ejemplos útiles para evitar pérdidas irreparables y sus raudas humaredas, trepadoras: pirocúmulos del epicentro ardiente que luego van a enturbiar por doquier, hacia arriba, hacia los lados, por los poros…
Y, a pesar de que la suposición procastinadora aspira a rajarse en el asombro cuando opinó del fuego que era un asunto lejano: que la candela se acomoda en la posibilidad de lo inflamable y no por las posibilidades de las sustancias que la favorecen por vencimiento de los materiales, en el impasse eléctrico entre circuitos o los recurrentes arcos voltaicos: en unos cables recalentados, húmedos, vencidos, invisibles en un empotrado que jamás contacta excepto con el cemento: ¿Qué podríamos inferir del rayo, a veces silente, a veces orquestado por relámpagos?
(¿Y de la lumbre producto de perjuicios forasteros como cuentan aquella “historia”?: NERON QUEMO A ROMA. Así lo transcriben con rutina, mientras se omite la abnegación por la cuna civil de quien lamentaba el ardor del antes, y el devenir comprometido para reconstruir y levantar un futuro que ameritaba las fuerzas de un caminante incansable para lo que sería aquel Domus Aurea ¿O acaso Plinio El Viejo certificó lo contrario?)
Tampoco se le escucha decir de la tierra que al agrietarse favorece la conducción eléctrica promoviendo la flama. Nada remoto. Entonces, a eso, y a otras motivos es adónde se va para cerciorarse de la necesidad de la cobertura contra el flagelo del Incendio, porque a fin de cuentas es un compendio de las más nobles y madre de muchas otras necesidades enmarañadas que sirven de soporte en eventos de soberbia actuación con apariciones de procesiones simultáneas: ignición, roturas de estructuras, daños a terceros, derrames de líquidos, y la candela como elemento natural, incorpórea y reina en la caravana. Pasa. Y no siempre por imprudencia, si no por causas que a veces para evitarlas requiere modificar las instalaciones de una arquitectura que bien pueden sostenerse con la disciplina marcial en exteriores y la ventana de la asesoría para recuperarse después del incendio: Veamos algunos ejemplos fácticos:
- En junio del 2008, una tormenta de Rayos desencadenó 842 incendios
- Caso de IBM. (Incendio en La torre)
- Incendio del Data Center de Samsung (Corea del Sur)
- Incendio de las torres de Parque Central
- Incendio en sistema informatico de Iberia, obligando a cancelar 43 vuelos
- La tragedia de Tacoa
Hechos espinosos que nos hacen recordar todos los manuales de seguridad y hasta la fecha en que revisamos por última vez las vigencias de los extintores y rociadores: Y aunque el Incendio no es la candela apagable, la que se apacigua con instrumentos ordinarios para sosegar la marcha: si hay que prevenirlo.Fueron distintas las causas: hoy pueden ayudar a mejorar resultados patrimoniales de familias, gerentes, empresarios y gobiernos responsables.Cultura de riesgos. Cifras que hablan de por dónde van las coberturas que no solo indemniza la ocurrencia del candelero y la quema de materiales y contenidos, si no hasta la cama donde puedes ir a reposar por unas cuantas unas noches porque volver a tu casa requiere que sea declarada “Habitable” (algunas condiciones aplican: como que el aporte es solo por 6 meses de hospedaje. No más. Y, el pago de la renta si eres inquilino/a).
- Intencionados: 25,7 % (¿Cobertura Daños maliciosos? No es lo mismo). La cobertura de Incendio cubre más: no la sustituye.
- Electricidad: 24,4% casi ¼ de las ocurrencias son por electricidad (cables, interruptores, arcos voltaicos, etc.)
- Fuego abierto 14,9%
- Calefacción: 9,9% paradójicamente: ¿tiene vinculación con el invierno?
- Energía Mecánica: 8,1% maquinarias, o sobre cómo la conductividad eléctrica en las sustancias de los metales puede alcanzar la ignición.
- Autoinflamación: 7,4% Interesante ver materiales y líquidos, no hay exclusiones.
- Explosión: 5,8% es nada referirse sólo a gasolineras; restaurantes, calderas, freidoras, hornos, panaderías, pizzerías, etc, son el fósforo que pide minutos de acción.
- Rayo: 2,5% el porcentaje es bajo, no así el rastro que dejaría (en el mejor de los casos deja escombros).
- Otras: 1,2% Pueden incluir los aparentemente extravagantes: ¿Estallidos de móviles? ¿O los Yesqueros?: por lo menos esos que son de plásticos, susceptibles a calentarse con la simple comunicación con la luz solar desencadenando un reventón cuyos residuos vuelan varios metros a la redonda, atraviesan la piel, o peor, la puntería del evento puede llegar a la cara: testigo cercano perdió la vista de un ojo en un accidente así, y fueron tres (3) las operaciones para que no se le vaciara el ojo que amenazaba con desangrar el cuerpo dadas las incrustaciones de las dagas que provenían de los restos del yesquero.
- 31% cables y canalizaciones,
- 30% motores,
- 21% empalmes, derivaciones y bornes; y,
- 11% entre los componentes de las instalaciones; y,
- Causas diversas: 7%
Entre los resultados de cables y empalmes, nos basta para saber que la disciplina de riesgos tiende a la necesaria austeridad civil.
Queda, entonces, despedir este post con indicación justificada de que aunque la cobertura de incendio puede fungir como básica, la acumulación de otros riesgos menos frecuentes y más voraces sirven de entrada para emparejar las cargas que indemnizarán los eventos emergentes en los proyectos del ƒuego.
(“¡Bien! Ahora por fin puedo empezar a vivir como un ser humano” exclamó, al entrar por primera vez en su Domus Áurea)
@seguros9
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