El tiempo pasa rápido y el espectro digital avanza en multitudes de maratonistas, aflorando los panegíricos y andamios más trascendentales que pudo generar cualquier sociedad que con valor cultural o no serán activos o pasivos de las familias en un porvenir cercano, mientras, nos exige emplear acciones desde ya, con nuestro presente de posibilidades que postula constante y sonante un patrimonio digital…¿Lo aseguraremos?
¡¡Si!! Bien como acto de responsabilidad propia y con los beneficiarios, o porque, sencillamente, las disposiciones comerciales, cada vez más instantáneas, así lo exijan. Y, si bien es verdad que la motivación mercantil generará tales coberturas como complemento usual en otros productos, no será antes sin la demostración de que las posibles pérdidas estén allí en volumen, en el internet solemne; que por cierto, es tan demostrable en nuestra cotidianidad como el impulso por comprar, por consumir, manifestándose con su equivalente en la actividad aseguradora cuando se notan algunos reflejos que obvian las condiciones vitales para proteger riesgos; y que es comparable con lo que no podemos seguir haciendo tan espontáneamente cuando nos dejamos llevar por el disfrute digital que, en su frágil dimensión supera nuestra valoración por lo heredable, o ingenuamente, la automática carencia para apreciar lo que en una vez en digital se convierte en inventario: baluarte del esfuerzo y presencia sobre la autopista nada desprovista de riesgos del internet, que acelera la relación independiente y reciclable del patrimonio que surge de lo digital.
Y, decíamos, que hay relevante espontaneidad, porque en esto los buscadores de internet, llámese Google, Bing, Yahoo, Safari, Opera, o cualquiera de las redes: Facebook, Twitter, Tumblr, Instagram (que de red sociales los usuarios exponenciales pasan a plantearlos como buscadores de analogías para ejecutar clicks) nos hacen derroches de halagos mientras hacen bien su trabajo: darnos lo que buscamos. Pero ¿Qué implicaciones sobre nuestro patrimonio puede tener la búsqueda inexacta de lo que conviene a nuestros activos?:
En apariencia, nada: y seguirá siendo así, porque contamos con un “facilitador” que trabaja para generar niveles de “perfección” en los resultados que anhelamos. ¿O acaso nuestros buscador de internet actual nos informa (los riesgos) de lo que no estamos buscando? Recordemos, que su función es abastecer la búsqueda: son diccionarios para explorar sinonimias de búsquedas y no de antónimos con paracaídas, que bien le harían a quienes invierten dinero en servicios avalados por contratos.
Entonces, ¿Tiene esto niveles de riesgos a considerar?: Suficiente, como para sobrepasar de rojo tus partidas contables con la homologación de productos en masa para consumidores de clicks. Eso es así, y no sólo en lo digital.
Y siendo estos los vaivenes para quienes procuramos el fortalecimiento de patrimonios, y también en lo digital, voy a referenciar algunos artículos para nutrir el asunto, según flotan de vez en cuando entre aquellos mismos buscadores, o lógicamente, porque están presentes en @seguros9
- La mayor mentira de internet
¿Cómo administrar las herencias digitales?
La herencia y la transmisión mortis causa del patrimonio digital
La próxima vez que veas esto (porque muchos lo ven y no lo procesan: “He leído y estoy de acuerdo con las condiciones” reconoceremos que estamos ante un semáforo siempre en verde, digno de reflexión antes de acelerar…es decir, para quienes nos levantamos a diario con los ánimos de emprender una jornada que no sólo se queda allí, en la pantalla.
¡Felices Pascuas y a procurarse un Próspero y Seguro 2015!
@seguros9
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