El siguiente post, nos permitimos recomendarlo por su acertada forma de recopilar unas cuantas opiniones que cotidianamente tratan de salir a tomar aire en el acontecer de la actividad aseguradora y que sólo sirven para fortalecer a quienes convencidos de los seguros se siguen preparando contra los imprevistos. Léanlo textualmente:
Hace algunos días, en un evento en el que tuve el honor de participar, una mujer talentosa, que ha sido directiva en varias compañías aseguradoras, mencionó: “En realidad no hay compañías malas, pero sí malos asesores”.
Aunque en principio estoy de acuerdo, la realidad es que muchas personas hoy en día desconfían de las aseguradoras y, por lo tanto, dejan a sus activos y a su familia sin ninguna protección.
Esta situación se da por una percepción falsa de seguridad, una creencia popular (“a mí no me va a pasar”) y por una falsa idea de la importancia de utilizar los seguros como único mecanismo de protección ante imprevistos que pueden tener consecuencias graves.
Esta misma mujer mencionó: “El seguro nos da la certidumbre de que, a través de pagos programados y que podemos integrar a nuestro presupuesto (la prima), podemos manejar eventos inciertos que de presentarse pueden tener consecuencias catastróficas para nuestro bolsillo”.
Cambiamos la incertidumbre por certeza en forma de pagos pequeños y periódicos.
Existe una serie de mitos que rodean a los seguros, que muchas veces inciden como pretextos para no adquirir la protección que necesitamos.
A continuación, mencionaremos algunos de ellos, así como la verdad en torno de ellos.
Mito 1
Los seguros son muy complicados de entender y las letras chiquitas limitan mucho la cobertura.
Es curioso: desde hace muchísimos años, más de 10, las letras chiquitas han dejado de existir.
Por el contrario, por ley, las exclusiones en una póliza de seguros, es decir, lo que no cubre, se incluyen en un tipo de letra más grande y en negrillas, para que destaquen a la vista del lector.
Adicionalmente, algunas compañías han hecho esfuerzos muy grandes por crear productos cada vez más claros y fáciles de leer para el común de las personas. Buscan aclarar, en lenguaje coloquial, qué es lo que cubren y qué es lo que no. No dejan nada a la deriva.
La razón es que aunque parezca mentira, la falta de claridad va en contra de las propias aseguradoras.
En caso de controversia, el hecho de que ellas sean las que redactan el contrato hace que, si éste no fue suficientemente claro, la mayoría de las resoluciones legales sean en favor de los asegurados.
Desde mi punto de vista, como lo he mencionado en colaboraciones anteriores, la gente compra seguros a ciegas –sin saber qué es lo que cubren y si realmente es el producto adecuado a sus necesidades.
Mito 2
Los seguros son muy caros y las aseguradoras se enriquecen a costa de nosotros.
Éste es uno de los mitos más comunes, pero también el más alejado de la realidad. Trataré de explicar por qué.
Si uno revisa las estadísticas del mercado, se dará cuenta de que la siniestralidad que existe en pólizas de seguros de automóviles y de gastos médicos mayores (dos de los productos más vendidos) es muy alta.
Si añadimos los gastos de operación de las compañías de seguros y las comisiones que pagan a sus agentes, por lo general, el margen de utilidad que tienen estos productos es muy bajo.
Muchas veces es, incluso, negativo (generan pérdidas).
Pero también es cierto que hay de todo. Sí hay en el mercado algunos productos caros y son, curiosamente, los que a veces percibimos como “de bajo costo”.
Por ejemplo, aquellos seguros que se nos ofrecen a través de tarjetas de crédito o de la factura del celular pueden ser demasiado costosos.
Recordemos que el costo del seguro es una relación entre la prima y la cobertura que nos brinda.
Por lo cual no hay que ver sólo la prima de manera independiente como parámetro de precio, sino la relación costo-beneficio, como en todo. En la siguiente entrega complementaremos los mitos más comunes sobre los seguros.
Fuente: www.eleconomista.mx
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