Diseñando una sanidad de calidad


Enormes son los déficit de nuestro sistema de sanidad pública. Tanto pacientes como trabajadores saben de sus calamidades: falta de materiales y medicinas, sobrepoblación de pacientes, infraestructuras dañadas, equipos obsoletos y niveles ridículos de salarios para un personal del nivel de nuestros profesionales.

El sistema sanitario norteamericano no es una opción. Es un sistema donde el Estado se desentiende y los ciudadanos se ven solos antes las compañías de seguro, que terminan cobrando importantes pólizas, principalmente debido a los enormes costes de la sanidad privada en ese país. El sistema europeo de sanidad parece mucho mejor, hasta que nos encontramos con enormes listas de esperas, meses para algunas consultas, medio año para una operación y hasta un año para ciertas pruebas médicas. Lo de palacio va despacio se dice en Europa.

A los venezolanos nos gustaría ser atendidos en clínicas privadas, como lo hacen altos cargos del gobierno y algunos mandatarios extranjeros por todos conocidos. Recompuestas las finanzas del país e invirtiendo los recursos de forma proporcional a los países europeos, podría ser destinado un 10% del PIB a la atención sanitaria, es decir, más de 1.200 dólares por habitante año.

El Estado no puede negociar con decenas de clínicas el costo de cada tratamiento y cumplir eficientemente millones de trámites administrativos. Tampoco es conveniente que los ciudadanos tengan que negociar de forma individual pólizas de seguros. Por todo lo anterior presento a discusión un sistema cuyos ejes estarían resumidos en los siguientes 12 puntos:

(1) El Estado subasta el precio de una prima base entre gran cantidad de aseguradoras; (2) las diez empresas ganadoras administrarían cada una un 10% de las pólizas; (3) las pólizas tendrían las mismas coberturas y se fijaría expresamente aquellos tratamientos no cubiertos; (4) las personas de bajos recursos estarían totalmente aseguradas; (5) los de mayores recursos requerirían de copago o un seguro complementario; (6) las primas se pagarían por individuo para facilitar la movilidad entre compañías; (7) las personas podrían cambiar de compañía para incentivar la competencia entre ellas y la oferta de mejores servicios; (8) cada ciudadano tendría el derecho a elegir entre las clínicas con que cada compañía de seguro hubiera pactado o en el caso de no ser atendido en un tiempo máximo, a elegir entre cualquier centro sanitario; (9) ninguna compañía podría superar el 20% de las primas para impedir posiciones de dominio o que problemas en una compañía comprometan al sistema; (10) para evitar visitas innecesarias a consulta o la compra abusiva de medicamentos se cobraría un monto simbólico; (11) las aseguradoras negociarían los costos con las clínicas y laboratorios para lograr cubrir sus siniestros con las primas y; (12) las aseguradoras velarían por su propio interés porque las atenciones sanitarias fueran adecuadamente suministradas.

El ahorro que el Estado obtendría realizando las funciones de las aseguradoras sería consumido por el incremento de burocracia, la menor capacidad para negociar con los centros sanitarios y de controlar la realización de los servicios dados y por el riesgo de corrupción en un sistema tan complejo y grande.

Con este sistema se ofrecería una atención sanitaria de calidad a todos los venezolanos sin excepción y no solo para los que pueden costearse un seguro privado y todo por mucho menos de los 1.200 dólares que tocan por habitante.


Fuente:eluniversal.com

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"El seguro: progreso de nuestra civilización"